¿Puede Jiménez darse el lujo de perder a su equipo?

Hay preguntas que no se contestan con estadísticas, ni con boletos vendidos, ni con la tabla de posiciones. Esta es una de ellas: ¿puede Jiménez permitirse el lujo de quedarse sin béisbol?

¿De veras podemos imaginar los veranos sin los Rojos?

Sin los domingos de parque, sin las porras de numerado, sin ese murmullo colectivo cuando alguien se poncha con dos en base. Sin la adrenalina de ver a los nuestros enfrentar a Parral, Cuauhtémoc o Delicias. Sin el rojo en la tribuna ni el aliento en la garganta. ¿De verdad podríamos vivir con eso?

Porque más allá de los resultados en el campo, los Rojos han sido un símbolo emocional y cultural de esta ciudad. Son parte del alma de Jiménez. Nos representan. Nos han dado motivos para emocionarnos, para enorgullecernos, para salir del trabajo con la esperanza de ver un buen juego y, sobre todo, para reunirnos como comunidad.

Hoy, sin embargo, el futuro del equipo parece pender de un hilo, no por falta de entrega, sino por la falta de respaldo. La presidenta Minerva López lo dijo con claridad: “la solución es lo económico.” Y el golpe más fuerte no es el déficit financiero. Es la soledad. La sensación de que el esfuerzo no alcanza, de que la pasión ya no basta, de que las gradas hablan más por su vacío que por su voz.

¿Y si un día los Rojos ya no están? ¿A quién culparíamos? ¿A la directiva? ¿A los jugadores? ¿O a nosotros mismos, por dejar pasar la oportunidad de apoyar mientras aún existía el equipo?

No se trata solo de pagar un boleto. Se trata de sostener una tradición, de defender un espacio que nos pertenece. De estar ahí no solo cuando se gana, sino también cuando más se necesita. Porque si los Rojos desaparecen, no habrá marcha atrás. Y ese vacío no lo llenará ni la nostalgia ni los reclamos.

Hoy todavía estamos a tiempo. Por que… ¡Una vez Rojos Siempre Rojo!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *